Feminismo, burkini y colonialismo


TEODORO NELSON 


Recientemente, la policía francesa obligaba a desvestirse a una mujer musulmana en una playa. Más allá de los intereses concretos del imperialismo francés para agredir a las minorías (aumentar las intervenciones en oriente medio, criminalizar a las minorías en una época de profundos recortes laborales…), refleja una vez más la cuestión de la mujer y el colonialismo, del género y la “raza”.

Para entender el entrelazamiento de estos procesos es fundamental recurrir al estudio de Frantz Fanon donde analiza el papel de la mujer durante la revolución argelina. Durante la administración colonial francesa, el asunto del velo cobró especial importancia. Según Fanon:

Los responsables de la administración francesa en Argelia, empeñados en la destrucción de la originalidad del pueblo, encargados por el poder de intentar a cualquier precio la desintegración de las formas de existencia susceptibles de evocar una realidad nacional, aplicaron el máximo de sus esfuerzos para destruir la costumbre del velo, interpretada para el caso como símbolo del status de la mujer argelina. […] En aquel momento la administración colonial pudo definir una doctrina política más precisa: 'si deseamos atacar a la sociedad argelina en su contexto más profundo, en su capacidad de resistencia, debemos en primer término conquistar a las mujeres; es preciso que vayamos a buscarlas detrás del velo en que se esconden, en las casas donde las oculta el hombre”.

Este texto demuestra con extraordinaria claridad como la lucha contra el velo (haik) era, en realidad, una “estrategia colonial de la disgregación de la sociedad argelina”. Es decir, era una forma de legitimar la agresión imperialista en Argelia.

Esto no pasaba sólo en Argelia. De hecho, era una estrategia común. Un argumento muy usado durante el imperialismo aducía como las mujeres occidentales estaban en una condición muy superior al resto, pues la mujer europea se veía “liberada” del trabajo, ya que el hombre sustentaba a la familia.

Esto no sólo era un simple teoría. Se trataba de una táctica de agresión, puesto que la mujer argelina (al igual que la mujer en muchos pueblos colonizados) tenía una posición clave en el seno de la familia y en el conjunto de las relaciones sociales de producción, tanto por su fuerza de trabajo como por la organización que las mujeres llevaban a cabo a nivel de aldea. En palabras de Thomas Sankara, la mujer era el “nudo vital que vincula a todos los miembros de la familia y que garantiza con su presencia y atención la unidad de la misma”.

De este modo, la desintegración de las sociedades tradicionales pasaba necesariamente por la resección de la mujer del seno de la familia, por atacar su posición fundamental dentro de la forma de subsistencia de muchos pueblos colonizados. Los europeos imperialistas que masacraron a los pueblos del resto del mundo se convertían así en salvadores de las mujeres extranjeras.

Esta estrategia pasa también por la cosificación sexual de las mujeres musulmanas. Convertir a las mujeres del enemigo en sujetos que han de ser “salvados” (y claro, poseídos sexualmente en agradecimiento) es una estrategia ideológico-militar que se ha repetido muchas veces a lo largo de la historia. Al tiempo que motiva a las tropas oculta las agresiones que el colonialismo causa al conjunto de las sociedades oprimidas, puesto que lo hacen para salvar a las mujeres.

También es importante entender cómo los hombres europeos se enfrentan a las mujeres colonizadas:

El europeo, frente a la argelina, desea ver. Y reacciona de manera agresiva ante este límite que se pone a su percepción” Unos párrafos antes, vemos como “despojar de su velo a esta mujer es exhibir la belleza [...] hacerla disponible para la aventura [...] no hay en el argelino [...] esta conducta del encuentro intersexual que se desarrolla a través de la mirada”.

Esta diferencia se debe al desarrollo del patriarcado en cada sociedad. Mientras muchas sociedades tradicionales musulmanas las mujeres se sitúan en una posición de “esclavitud doméstica”, en las sociedades capitalistas el cuerpo de la mujer tiende a la mercantilización, siendo usadas como cebo comercial, vendiendo su imagen y su cuerpo... Es decir, mientras en las sociedades menos desarrolladas tiene más peso la prostitución pública (matrimonio) en las sociedades capitalistas lo hace la privada. Para los occidentales, esto significa que la “civilización” tiene que salvar a la mujer de la “barbarie” oriental.

Ante este proceso racista, la mujer musulmana no queda liberada por las manos de un gentil blanco europeo. Queda definida en sí misma como mujer musulmana, alzada a la altura de fetiche, usada para justificar las invasiones. Es el sujeto pasivo en el destino civilizatorio del imperialismo. No se libera de sus cadenas, sino que se redefinen, se le añaden nuevas flores a los eslabones.

Esto se debe a que el colonialismo y el neo-colonialismo transforman las relaciones sociales de producción y el modo productivo de las sociedades tradicionales, poniéndolas al servicio de sus intereses. Lo mismo pasa con la posición de las mujeres dentro de estas sociedades. Incluso en muchos casos se produce un proceso reaccionario, defensista, de las costumbres femeninas, lo cual legitima aún más el intervencionismo de occidente.

Así pues, además del patriarcado musulmán pesa sobre las mujeres el patriarcado “libertador” occidental. Así, Thomas Sankara afirma que “La mujer sufre todas las lacras de la sociedad neo-colonial por partida doble”.

Llegados a este punto, ¿cómo debe liberarse la mujer musulmana del patriarcado? Más allá de ser salvadas por occidente u oír lo equivocadas que están, la mujer islámica en general ha demostrado una extraordinaria capacidad revolucionaria y feminista en numerosas ocasiones.

De tal manera y siguiendo el ejemplo de Argelia, la mujer argelina cambia radicalmente su posición con el hombre durante la revolución. En el transcurso de la guerra, la mujer abandona su hogar y lucha en las montañas. Se deshace de aquellos elementos que le impiden luchar. Junto a su lado, muchas veces tiene a un hombre con el que lucha codo a codo. Y es ante esta situación concreta cuando la mujer aprovecha esta condición objetiva fruto de la lucha anticolonial para iniciar una guerra contra su propia condición de mujer sometida. La guerra civil se transforma entonces en guerra de género, y la mujer traslada el campo de batalla a su propia casa. Aún más increíble es la predominancia de la mujer en cuanto a la lucha general contra el imperialismo y contra la dictadura. “La mujer argelina, con bastante frecuencia [...] reprocha a su marido la inactividad [...] la falta de comportamiento militante”. Es esta unión de las masas fruto de la lucha contra occidente la que permite que la mujer se libere: “La mujer-para-el-matrimonio desaparece progresivamente y cede su lugar a la mujer-para-la-acción. La joven es sustituida por la militante y la mujer indiferenciada por la hermana”.

Esta situación se reproduce en muchos lugares en todo el mundo. Frente a la mujer maltratada y pasiva de los medios occidentales se despierta la fuerza latente de las mujeres que arrasa con los marcos establecidos por el Estado colonial y por el tradicionalismo patriarcal, transformando el balance de la lucha de clases así como de la geopolítica a escala mundial. El papel de vanguardia que adoptan las mujeres ante los movimientos políticos de resistencia, a pesar de la triple carga que soportan (como mujer, como colonizada, como trabajadora) supone una de las mayores hazañas de la historia de la humanidad. Ejemplos como las guerrilleras kurdas o las mujeres de las FARC nos muestran cómo se han llevado a cabo auténticos procesos de liberación femenina.

Para concluir, podemos establecer que:

1. Las posiciones con respecto al velo o al burka son un argumentario llevado a cabo por el patriarcado (esto es, el imperialismo) occidental contra la sociedad musulmana en general. En ningún momento parte del internacionalismo de las mujeres occidentales para con la mujer musulmana, pues las mujeres feministas nunca aceptarían la imposición forzosa de tal o cual costumbre estética sobre otras mujeres. Es indisoluble del colonialismo y del racismo.

2. El patriarcado no puede reducirse a un conjunto de actitudes del hombre, o a un conjunto pernicioso de costumbres. Lejos de vivir en una esfera aislada, el patriarcado es la posición de inferioridad que las mujeres ocupan dentro de las relaciones sociales de producción, dentro de la reproducción social de la existencia humana. Sobre la división sexual del trabajo se impone la división social del trabajo, sobre la cual se levanta el Estado y el capital. La extracción de petróleo en Nigeria o el saqueo de los recursos en América latina reflejan también la posición de la mujer dentro de las sociedades. No se puede analizar a la mujer como un fetiche abstracto, sino de acuerdo a su lugar dentro de las relaciones de poder mundiales, en cuanto a su clase, a las alianzas que establece, y cómo se enfrenta a la organización histórico-universal de la producción humana.

3. Por tanto, toda lucha contra el patriarcado en los países colonizados es una lucha contra el imperialismo, y por consiguiente, contra el capital. Las mujeres trabajadoras musulmanas tienen en Europa a millones de obreras aliadas, que apoyarán su causa.

4. Los estados islámicos o musulmanes no existen “separados” del resto del mundo. Toda actitud machista es reflejo de la sociedad islámica colonizada, resultado de la transformación que esos países hicieran sobre las antiguas colonias y actuales neo-colonias, que perpetuaron el tradicionalismo más reaccionario. Occidente no salvará a la mujer del islam porque occidente financia el islam, financia el terrorismo.

5. La liberación de la mujer pasa por la organización en masa de las mujeres. Al mismo tiempo que establecen una alianza con los trabajadores imponen una lucha contra la posición que mantienen con respecto al hombre. La mujer musulmana se desposeerá del velo cuando éstas lo decidan, cuando hayan relegado al olvido, a las páginas de la historia, toda forma de opresión del hombre contra la mujer, y del capital contra el hombre y la mujer.

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