Che Guevara: Cultura del debate y pensamiento económico


FIDEL VASCÓS GONZÁLEZ 


En su breve vida de 39 años Ernesto Che Guevara dejó para la posteridad un arsenal de ideas de gran importancia para el desenvolvimiento social, en aras de la emancipación humana. Su pensamiento abarca los campos de la filosofía, la política, la moral, la ética, los aspectos sociales, la economía, la historia, la cultura, las relaciones internacionales, la dirección administrativa, entre otros.

El estudio en amplitud y profundidad de su obra escrita enriquecerá sin duda el camino de la construcción del socialismo en Cuba y en otros países, en especial de Nuestra América. Desde luego, en este empeño siempre hay que tener en cuenta que los tiempos que corren actualmente en Cuba y en el mundo son muy diferentes a los de entonces por lo que se requiere un esfuerzo dialéctico para interpretarla.

El Che era un revolucionario honesto y consecuente en la teoría y la práctica. Lo que pensaba, lo decía; y lo que decía, lo hacía. Una de sus enseñanzas, especialmente para la Cuba de hoy, es su concepción y ejercicio de la cultura del debate. Como era un intelectual esencialmente creador, sus ideas generaban polémicas con otros pensadores. Las defendía con firmeza y fundamentados argumentos, pero respetaba las de los demás aunque discreparan de las suyas.

Dondequiera que asumió altos cargos públicos, creaba una publicación especializada. Fue fundador de Verde Olivo, la revista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, donde se recogen muchos de sus artículos, publicados con seudónimos. En el Ministerio de Industrias editó Nuestra Industria, en la que dejó sus principales textos de temas económicos.

En esa revista muestra su condición de polemista, sus concepciones sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento para la dirección de las empresas en el socialismo y también se publicaban artículos de los defensores de otro método de administración empresarial: el Cálculo Económico. Resulta enriquecedor releer las páginas en las que exponía sus ideas y, a la vez, en la misma edición, los conceptos discrepantes del francés Charles Bettelheim o del comandante Alberto Mora, entonces ministro de comercio exterior de Cuba.

Ese ejemplo que nos dejó, polemizar en las ideas fundamentándolas con argumentos, sin ataques personales contra quienes discrepaban y sin convertir la polémica en un torneo literario, adquiere gran importancia para la Cuba de hoy. La transición socialista en la que nos encontramos y la complejidad del mundo contemporáneo requieren del concurso de diferentes ideas en pro de encontrar el camino más adecuado para el desarrollo económico y social del país.

El debate de ideas está a la orden del día en nuestro proceso revolucionario y el tratamiento respetuoso en la polémica es una de las enseñanzas que, en este campo, debemos asumir del legado del Che.

Un tema que desarrolló ampliamente es el de la dirección de la economía. Al estudiar su pensamiento en esta materia hay que tener muy en cuenta que, en los más de 55 años transcurridos desde entonces, el mundo y Cuba han cambiado radicalmente. Una de las características más significativas de la economía cubana de hoy es la diversidad de formas de propiedad sobre los medios de producción. Más del 30 por ciento de la población económicamente activa labora en el sector no estatal, con tendencia al incremento.

La etapa en que el Che subrayó que la tendencia debería ser: “[…] a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluye el mercado, el dinero y, por tanto la palanca del interés material […][1], ha dado paso a una época en la cual se utilizan ampliamente dichas categorías. La red de relaciones monetario-mercantiles entre las unidades productivas del país y su vinculación con el comercio exterior se ha incrementado y complejizado muy por encima de cuando existían en la época del Che.

Su pensamiento económico forma parte intrínseca de su concepción sobre la forma en que debía construirse el socialismo y marchar hacia la sociedad comunista; “[…] la nueva sociedad donde los hombres tendrán características distintas: la sociedad del hombre comunista.[2] El subrayaba que en el método aplicado para alcanzar estos objetivos no se podía perder de vista “[…] la última y más importante ambición revolucionaria que es ver al hombre liberado de su enajenación.[3]

Con sus ideas hizo un aporte a la teoría de la construcción del socialismo en los países subdesarrollados. No obstante su importancia, su pensamiento no ha sido investigado y divulgado como merece. No se han cumplido plenamente las recomendaciones del Comandante en Jefe Fidel Castro cuando expresó: “[…] yo lo que pido, modestamente, en este XX Aniversario, es que el pensamiento económico del Che se conozca; se conozca aquí, se conozca en América Latina; se conozca en el mundo: en el mundo capitalista desarrollado, en el Tercer Mundo y en el mundo socialista, ¡que también se conozca allí! [...]”. [4]

Y es que el núcleo de la concepción del Che, el que destaca la importancia de la fuerza moral del hombre y de la fe que hay que tener en el hombre, es aplicable en todas las circunstancias en que se desarrolle la lucha popular revolucionaria. La disyuntiva de los modelos de dirección económica en Cuba ya no se dirime entre el sistema presupuestario de financiamiento, que defendía el comandante Ernesto Guevara, y el del cálculo económico, iniciado en la Unión Soviética y promovido básicamente, en aquellos iniciales momentos de la Revolución por Carlos Rafael Rodríguez.

En sus consideraciones acerca del sistema que promovía el Che, subrayó: “El Sistema Presupuestario está más cerca de lo que tiene que ser la sociedad en el futuro, pero esto es solo una hipótesis y se refiere a un futuro algo distante, al futuro comunista. Parto del criterio -que es el que nos ha llevado a aceptar las deficiencias y manquedades derivadas del Cálculo Económico-, de que este Sistema Presupuestario exige condiciones y posibilidades que no podemos alcanzar, no ya en el mediano plazo, sino incluso más allá […] porque se basa en formas de control más cercanas al comunismo. Eso es evidente. Es un salto como el que se proponía Carlos Marx, del capitalismo a un socialismo avanzado. Nosotros, todos lo sabemos, no hemos dado ese salto. Ni siquiera la Unión Soviética ha dado ese salto.[5]

Los aspectos de las ideas económicas del Che que han perdido vigencia se refieren, principalmente, a cuestiones organizativas y de métodos de dirección financiera. Ello se entiende mejor al comparar el concepto de empresa en ambos sistemas y sus finanzas.

Para el cálculo económico, un central azucarero es una empresa que tiene fondos propios depositados en el banco, del que recibe créditos por los que paga intereses y actúa con determinada autonomía financiera. Para el sistema de financiamiento presupuestario, todos los centrales azucareros del país y otras unidades relacionadas con el azúcar constituyen una sola empresa: la Empresa Consolidada del Azúcar.

Este sistema se basa en un control centralizado de la actividad empresarial; su plan y su gestión económica son controlados por organismos centrales, en una forma directa; la empresa no tiene fondos propios, ni recibe créditos bancarios, ni tiene autonomía financiera. El sistema que propugnaba el Che no consideraba la categoría mercancía en el intercambio de productos entre las empresas estatales. Los partidarios del cálculo económico sí la consideraban como tal. Este último criterio es el que se aplica actualmente en nuestro país.

No obstante, el Che no desechaba las relaciones monetarias en la economía. El registro contable que él proponía, se medía mediante el dinero, así como también el presupuesto de cada empresa y su relación con los organismos centrales. En el pago del salario y su control se utilizaba dinero, así como en el comercio interior mayorista y minorista y en el comercio exterior.

Un aspecto de mayor calado en el cual se diferenciaban los sistemas en controversia era el acento en el uso del estímulo material o del estímulo moral. El Che consideraba que los partidarios del cálculo económico exageraban el papel del estímulo material en la producción y lo situaban en un primer plano. En el sistema de financiamiento presupuestario, el estímulo material tenía una participación menor y se destacaba el estímulo moral. Esclareciendo su concepción, el Che planteó: “Precisa aclarar bien una cosa: no negamos la necesidad objetiva del estímulo material, sí somos renuentes a su uso como palanca impulsora fundamental.[6] Se oponía al predominio del uso de la estimulación material directa porque ”[…] significaría el retraso del desarrollo de la moral socialista.[7]

En un plano muy teórico, el Che abordó la existencia de la ley del valor en la transición socialista. Hoy en Cuba la ley del valor tiene una mayor incidencia en la economía y en el plan de lo que concebía el Che. No obstante, tiene plena vigencia su aserto de que, en el socialismo, el rumbo económico no puede dejarse a la acción espontánea de la ley del valor por encima de la voluntad de los hombres, quienes deben subordinarla a la dirección consciente de la sociedad mediante el papel rector de la planificación.

Lo que más nos interesa destacar a continuación se refiere a sus numerosas ideas y planteamientos en materia de dirección de la economía, que tienen plena vigencia en la actualidad. Una de sus principales consideraciones está relacionada con el estricto registro contable de los hechos económicos, la plena utilización del sistema de información estadística con datos exactos y el control de costos. Al respecto, subrayó:

[…] nosotros consideramos que el costo de producción es el elemento fundamental que hará al administrador de la unidad, de la empresa o el ministerio, en su caso, observar inmediatamente y a grandes rasgos el funcionamiento de la unidad productiva.[8]

También daba especial importancia a la productividad, al decir: “Todo se reduce a un denominador común en cualquiera de las formas que se analice: al aumento de la productividad en el trabajo, base fundamental de la construcción del socialismo y premisa indispensable para el comunismo.[9]

El Che fue un pionero en la aplicación de la computación al procesamiento de los datos estadísticos y contables en las unidades productivas, empresas y demás niveles de dirección económica. También apuntó que “[…] el impulso más formidable a la producción se dé por la vía del desarrollo tecnológico.[10] El desarrollo de la ciencia y la técnica alcanzadas en el capitalismo, decía: “[…] puede ser utilizada por el camino socialista sin temor de contagio de la ideología burguesa.[11]

El Che se proyectó sobre el futuro de los métodos de dirección económica en los términos siguientes: “Todo nuestro trabajo debe estar orientado a lograr que la tarea administrativa, de control y dirección, se vaya convirtiendo en algo cada vez más simple y los esfuerzos de los organismos centrales se concentren en la planificación y el desarrollo tecnológico […] En ese instante […] será posible acercarse al ideal de que la economía se rija mediante análisis matemáticos […] sin olvidar, claro está que el ser humano, razón de ser de nuestra Revolución y nuestros afanes, no puede reducirse a una mera fórmula.[12]

El aporte de mayor significación en el pensamiento económico del Che es haber destacado la relación entre la economía y la espiritualidad humana elevando la importancia de esta última, a diferencia de concepciones que se aplicaban entonces en la antigua Unión Soviética y los países socialistas europeos. Quizás donde mejor está expresada esta consideración es en el párrafo siguiente:

Nosotros no concebimos el comunismo como la suma mecánica de bienes de consumo en una sociedad dada, sino como resultado de un acto consciente; de allí la importancia de la educación y, por ende, del trabajo sobre la conciencia de los individuos en el marco de una sociedad en pleno desarrollo material. [13]

La conciencia a la que se refería no solo acompañaba al desarrollo económico, sino era un factor clave de influencia en la economía. Así lo exponía: “Las esperanzas de nuestro sistema van apuntadas hacia el futuro, hacia un desarrollo más acelerado de la conciencia y, a través de la conciencia, de las fuerzas productivas.[14]

Viene a colación lo planteado por el Comandante en Jefe Fidel Castro en sus largas conversaciones con el intelectual y periodista francés de origen español Ignacio Ramonet, director entonces del influyente mensuario parisino Le Monde Diplomatique, y que fueron publicadas bajo el título “Cien horas con Fidel”.

Ante una pregunta de Ramonet sobre la polémica alrededor de las ideas del Che sobre dirección de la economía, el Comandante en Jefe destacó: “[…] el Che defendía el método del financiamiento presupuestario y otros compañeros se inclinaban a defender la autogestión financiera. La preocupación del Che no era simplemente el método de dirección de la economía; no se oponía a determinados estímulos materiales, pero siempre advertía contra los riesgos que supone el abuso de éstos como motor fundamental de la producción, y la incidencia de los mismos en la conciencia de los trabajadores”.

Y concluía Fidel: “[…] le confieso que, en el tema aludido, me gustaban más las posiciones del Che, muy afines a nuestro modo de vida guerrillero en las montañas. Me agradaba más la apelación moral del Che, francamente. Che le daba gran valor a la conciencia comunista y al ejemplo.[15]

Hay otros muchos temas abordados por él que tienen plena vigencia en la actualidad económica de Cuba, entre ellos la permanente valoración de los inventarios y sus normas, el cumplimiento de los contratos y el uso adecuado del arbitraje para dirimir los litigios que surjan; la capacitación de los dirigentes de la economía, la calidad en la producción de bienes y la prestación de servicios; la necesidad de contar con un plan perspectivo de desarrollo a 10 años y más; el complejo problema de los precios y los salarios; la lucha contra la indisciplina financiera y por el cumplimiento en fecha de los cobros y pagos incluyendo los aportes al presupuesto estatal.

El Che fue también el creador del trabajo voluntario en Cuba, como parte de la formación política e ideológica de los ciudadanos. Con su ejemplo personal, movilizó a millones de cubanos en esta práctica.

En la aplicación en nuestro país de las concepciones económicas del Che hay que tener en cuenta que las condiciones actuales de Cuba -inmersa en un mundo capitalista globalizado y sin el apoyo del otrora campo socialista encabezado por la Unión Soviética- han cambiado en buena medida.

Hoy la dirección de nuestra economía demanda una mayor descentralización en las decisiones basada en la necesaria ampliación de las formas de propiedad sobre los medios de producción, que incluye la estatal, la cooperativa, el sector privado nacional y extranjero y el de los trabajadores por cuenta propia.


(*) Fidel Vascós González es Doctor en Ciencias Económicas.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] Ernesto Che Guevara: “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 5, La Habana, febrero 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p 272.

[2] Ernesto Che Guevara: “El socialismo y el hombre en Cuba”, Marcha, Montevideo, 12 marzo 1965; tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 374.

[3] Ibídem, p. 375.

[4] Fidel Castro Ruz: “Discurso en el XX Aniversario de la muerte de Ernesto Che Guevara”, “El Gran Debate”, Ocean Press, 2006, p. 362.

[5] Carlos Rafael Rodríguez: “Sobre la contribución del Che al desarrollo de la economía cubana”, en “El Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963 – 1964. Ernesto Che Guevara”, Ocean Press, Melbourne, New York, 2006, pp. 322 - 323.

[6] Ernesto Che Guevara: “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 5, La Habana, febrero 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 263.

[7] Ibídem, p. 264.

[8] Ernesto Che Guevara: “Consideraciones sobre los costos de producción como base del análisis económico de las empresas sujetas a sistema presupuestario”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 1, La Habana, junio 1963, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, pp. 211-212.

[9] Ibídem, p. 215.

[10] Ibídem, p. 218.

[11] Ernesto Che Guevara: “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 5, La Habana, febrero 1964; tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 259.

[12] Ernesto Che Guevara: “Consideraciones sobre los costos de producción como base del análisis económico de las empresas sujetas a sistema presupuestario”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 1, La Habana, junio 1963, tomado de Obras 1957-1967, Tomo II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 217.

[13] Ernesto Che Guevara: “La banca, el crédito y el socialismo”, Cuba Socialista No. 31, marzo 1964; tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, pp. 299-300.

[14] Ernesto Che Guevara: “La planificación socialista, su significado”, Cuba Socialista, junio 1964; tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 324.

[15] Fidel Castro Ruz: “Cien horas con Fidel, conversaciones con Ignacio Ramonet”, tercera edición, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006, pp. 281 – 282.

[16] Ernesto Che Guevara: “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 5, La Habana, febrero 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 284.

[17] Fidel Castro Ruz: Discurso por el Día Internacional de los Trabajadores el 1 de mayo de 2000, Plaza de la revolución, La Habana, 2000.


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