China establece un nuevo modelo para los derechos humanos mundiales


LIN SONGTIAN 


Para los pueblos del mundo, los derechos humanos, incluidos los derechos individuales, políticos, económicos, sociales y culturales representan una aspiración y búsqueda comunes. En consecuencia, los gobiernos de todo el mundo están obligados a garantizar los derechos de subsistencia y desarrollo, asegurando los derechos fundamentales a la alimentación, hábitat, trabajo, educación y salud, garantizando el bienestar de las personas como el más preciado de los derechos humanos.

Desde la Fundación de la República Popular China, en 1949, el Partido Comunista de China (PCCh) siempre se ha esforzado por lograr el bienestar de su pueblo y el desarrollo de la humanidad, transformando a China de un país de supervivencia básica a un milagro del desarrollo mundial. Hoy en día, los 1,3 mil millones de chinos disfrutan su vida en paz, libertad y felicidad, libres de temores a sufrir guerra o conflictos. China, con su rápido progreso en derechos humanos y sus buenas prácticas en la protección de los mismos, establece un nuevo modelo para la causa mundial de los derechos humanos.

El PCCh y el gobierno chino siempre se han comprometido en elevar el nivel de vida del pueblo. Después de cuatro décadas de reforma y apertura, el PIB per cápita de China se situó en el 2017 en 9000 dólares estadounidenses [7.914 €], desde apenas los 227 dólares estadounidenses [199 €] de 1978. Los ingresos disponibles per cápita de los residentes urbanos y rurales han aumentado en 106,1 y 100,2 veces, respectivamente. Hay 750 millones de personas que han sido sacadas de la pobreza. Y lo más importante: para el 2020 se eliminará la pobreza extrema en China, país que hoy tiene una población de 1,4 mil millones de habitantes. Este es el solemne compromiso y la gran tarea del PCCh y el gobierno chino por la causa de los derechos humanos.

De igual manera, el pueblo chino disfruta de amplias oportunidades de educación y empleo. China tiene un sistema de educación obligatoria de nueve años, y en todo el país se puede acceder a la educación secundaria. Actualmente existen 2.913 instituciones de educación superior, con una capacidad de matrícula de 37.790.000 estudiantes. China crea 11 millones de nuevos empleos anuales y ha logrado mantener su tasa de desempleo por debajo del 5 por ciento.

También el pueblo chino disfruta de beneficios integrales de seguridad social. En junio del 2018, el número de afiliados al seguro básico, al seguro de empleo y al seguro ante accidentes laborales registraron 925 millones, 191 millones y 230 millones de miembros, respectivamente. Además, hay 1,3 mil millones de personas que están cubiertas por el seguro médico básico. En consecuencia, la esperanza de vida promedio ha alcanzado los 76,7 años y la tasa de mortalidad materna ha disminuido de 94,7 (1989) a 19,6 (2017) por cada 100.000 habitantes.

El pueblo chino disfruta de un alto grado de libertad personal y de libertad de expresión. En China hay 802 millones de usuarios de Internet, más de 1,3 mil millones de usuarios de teléfonos móviles, 788 millones de suscriptores de Internet móvil y la tasa de penetración de Internet es del 57,7 por ciento. Los blogueros activos suman 400 millones de individuos. Como promedio, más de 30 mil millones de post circulan todos los días. Dentro del ámbito legal, se pueden expresar opiniones en cualquier lugar y momento y se puede viajar libremente y con seguridad a cualquier lugar y en cualquier momento. Las ventajas de las compras en línea también han llegado a todos los rincones de las ciudades chinas y a las zonas rurales.

El pueblo chino goza de plena libertad religiosa y de un entorno social inclusivo. Todas las principales religiones del mundo, incluyendo el budismo, el taoísmo, el Islam, el catolicismo y el cristianismo se practican en China. Hay 200 millones de laicos, más de 380.000 religiosos y 144.000 sitios de culto registrados. En Xinjiang hay 24.400 mezquitas islámicas. Esta cifra representa el doble de la suma de las mezquitas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Francia.

Algunos, motivados por la mala intención o el mero sesgo o prejuicio, acusan a los programas de formación profesional del gobierno chino en Xinjiang, tildándolos de "segregación racial", "persecución religiosa" o "campo de reeducación".

Las escuelas de formación profesional establecidas en Xinjiang ofrecen oportunidades gratuitas de capacitación para los jóvenes locales y les ayudan a encontrar empleo o iniciar un negocio. Esta es una de las principales innovaciones del gobierno chino para combatir el extremismo y el terrorismo. Gracias a esta práctica y a otras medidas, Xinjiang ha permanecido durante dos años consecutivos libres de ataques terroristas violentos, y el número de delitos criminales y contra la seguridad ha disminuido drásticamente. Hoy en día, las personas de la región se sienten mucho más seguras que antes. En 2017, el PIB de Xinjiang creció un 7,6 por ciento. La región recibió más de 100 millones de turistas, tanto nacionales como extranjeros, verificando un aumento del 32,4 por ciento. Lo que ha sucedido demuestra que al abandonar la práctica occidental de "luchar contra la violencia con violencia", China ha inaugurado un nuevo camino basado en la prevención, abordando tanto los síntomas como las causas profundas del extremismo y el terrorismo, al darse cuenta de los derechos humanos de la población más amplia en la mayor medida.

Desafortunadamente, algunos países occidentales todavía se aferran obstinadamente al “juego de suma cero” y a la mentalidad de la guerra fría. Impulsados por la ideología, se involucran en la dinámica del doble rasero, definiendo a los demás a través de sus lentes de colores y utilizando los derechos humanos como una herramienta política para castigar a los países en desarrollo. Y mientras señalan deliberadamente con el dedo a los demás países, ignoran sus propias flagrantes violaciones contra los derechos humanos.

Nuestras redes de noticias están llenas de historias e imágenes de atrocidades que ocurrieron en Irak, Libia y Siria. Estos países, con miles de años de historia y una vez con grandes infraestructuras, se han reducido a escombros. Innumerables hogares fueron destruidos y muchas personas desplazadas y privadas de los derechos humanos básicos y de seguridad. Esas son exactamente las consecuencias de la interferencia de los países occidentales en los asuntos internos de otras naciones, bajo el disfraz de proteger los derechos humanos. ¿Quién debería ser el responsable de la tragedia de los derechos humanos en Medio Oriente? Cualquier individuo consciente debe conocer la respuesta. Cuando los refugiados de estos países se vieron obligados a abandonar su hogar para buscarse la vida en los países occidentales, muchos de ellos fueron rechazado o se convirtieron en “ciudadanos de segunda clase”. ¿Quién está realmente preocupado por sus derechos humanos? ¿Y quién aboga por los derechos humanos básicos para los pueblos del Medio Oriente? ¿Y quién allí condena a los violadores de los derechos humanos? Como siempre, los gobiernos occidentales y los medios de comunicación sólo se preocupan por los derechos humanos de unos pocos que han cometido crímenes, pero ignoran selectivamente los derechos humanos básicos de la gran mayoría de la población.

El pueblo chino está muy orgulloso del hecho de que nunca hemos lanzado una guerra de agresión contra otro país y nunca hemos ocupado un centímetro de tierra extranjera. Incluso en la resolución de los problemas históricos coloniales de Hong Kong y Macao, China no recurrió a la violencia y propuso, de forma innovadora, el concepto de “un país, dos sistemas” para realizar la entrega pacífica de estos territorios. Tal capacidad de China para instrumentar su sabiduría de 5.000 años y crear nuevas soluciones puede ser demasiado difícil de entender por parte de occidente.

Creemos que el desarrollo es la vía fundamental para mejorar la situación de los derechos humanos. En las últimas décadas, China ha ayudado a África a construir más de 10.000 kilómetros de carreteras, más de 6.000 kilómetros de ferrocarriles y cientos de aeropuertos, puertos y centrales eléctricas. En aras de lograr su desarrollo autosustentable y con el fin de apoyar la industrialización y la modernización agrícola africana, China ha entrenado a cientos de miles de expertos y técnicos africanos.
Propagandizando lemas relacionados con la “libertad, la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho” los países occidentales no abordan la necesidad del pueblo africano. Hay que preguntarse, ¿dónde están las infraestructuras desarrolladas por occidente en África? Esperamos sinceramente que occidente tome medidas concretas para ayudar verdaderamente a África a abordar los cuellos de botella de su insuficiente desarrollo de infraestructuras: los escasos recursos financieros y la falta de personal profesional y calificado.

También esperamos sinceramente que los países occidentales se vean a sí mismos ante el espejo antes de señalar con el dedo a los demás. No se olvide de las fuertes voces de “Somos el 99 por ciento” del movimiento Occupy Wall Street. ¿Y por qué el movimiento "chalecos amarillos" se extiende por toda Europa? Y si todos nosotros siguiéramos a cierto país en la construcción de altos muros a lo largo de nuestras fronteras para detener la libre circulación de la gente, ¿seguirá existiendo la libertad que tanto apreciamos?

En este mundo, no existe la “mejor” práctica en derechos humanos, pero siempre podemos esforzarnos por hacerlo mejor. Estamos dispuestos a fortalecer el diálogo y el intercambio en derechos humanos con todos los países, y de esa forma complementar y sacar fuerzas para el progreso común.

Sin embargo, de modo resolutivo siempre rechazaremos la práctica de los estándares selectivos y el doble rasero en derechos humanos.


(*) Lin Songtian es el embajador de China en Sudáfrica.

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