¡China es comunista!


JUAN CARLOS MARTÍNEZ COLL 


El presidente de la República Popular China, Xi Jinping, es el secretario del Partido Comunista de China. Todos los ministros, subsecretarios, gobernadores provinciales y casi todos los alcaldes de China son miembros del Partido Comunista. En todas las escuelas de China se imparten las enseñanzas de Karl Marx, Friedrich Engels, Vladimir Ilich Lenin y Mao Zedong. La bandera de China es roja.

Entonces… ¿Por qué tú, lector o lectora, te has sorprendido al leer el título de este artículo?

Los cinco mayores bancos de China son propiedad 100% del Estado. Además hay otros tres bancos del Estado especializados en políticas sectoriales de desarrollo. En total estos ocho bancos acumulan más de la mitad de los activos bancarios del país. En China hay también otros 12 grandes bancos privados. Son grandes, pero menores que los del Estado y, además, no son completamente privados ya que el Estado mantiene un porcentaje de acciones minoritario pero con presencia en sus consejos de administración. Los flujos financieros internos y externos, las bolsas de valores, los seguros y fondos de inversión están directamente controlados por el Ministerio de Finanzas y el Banco del Pueblo de China.

Los sectores económicos estratégicos de energía, minería, transporte y comunicaciones son monopolio de empresas estatales. La Central de Inversiones Huijin es un organismo del Estado, una especie de holding, que controla el inmenso conglomerado de empresas propiedad del Estado que abarcan todos los sectores económicos, industriales y de servicios. Hay también empresas privadas, cierto, pero en la mayoría de las más grandes el Estado es propietario de un paquete mayor o menor de acciones y suele estar representado en su administración. Huijin es un inmenso leviatán que controla todas esas propiedades y designa sus representantes en los consejos de administración de las empresas… siempre miembros del Partido Comunista y con instrucciones políticas explícitas. Es también cierto que hay grandes y medianas empresas cuyo capital es 100% privado pero en la plantilla laboral de todas ellas hay una célula del Partido Comunista que es consultada y da su opinión sobre la gestión y decisiones estratégicas. ¡Ay de la empresa que no siga las instrucciones del Partido Comunista! ¿Cómo conseguirá financiación? ¿Quién le prestará dinero para sus actividades? ¿Cómo se relacionará con la administración del Estado?

La economía de China es una economía planificada. Es cierto que esa planificación es diferente a la que se hacía en los tiempos de Mao o en la URSS; es solo indicativa y no determina las cantidades a producir ni los precios, pero sí señala prioridades de inversión e indica o recomienda quién debe invertir en qué y qué empresa NO debe invertir en tal o cual sector.

Entonces… ¿Por qué el pensamiento hegemónico, la ideología dominante de Occidente, afirma que China no es comunista?

El sistema económico de China que acabo de describir brevemente se empezó a desarrollar hace 40 años. Es el sistema económico más eficaz que ha existido jamás en la historia de la humanidad. En ese breve período de tiempo ha conseguido sacar a más de mil millones de personas de la pobreza. La renta media de los chinos ha estado creciendo a un ritmo extraordinario de forma sostenida durante cuatro décadas, sin crisis. El crecimiento de la renta media anual en los últimos 10 años, tras la crisis de 2008, está en torno al 7%, más del doble de los Estados Unidos, más del cuádruple de la Unión Europea.

Naturalmente, la oligarquía política y económica de los países de Occidente no puede reconocer que un sistema comunista es mucho más eficaz y estable que el neoliberalismo que están imponiendo. La solución que han encontrado es afirmar que no son comunistas y que si han tenido éxito ha sido por haber aceptado las reglas del libre mercado. Nada más lejos de la realidad. Pero el discurso hegemónico ha calado, por eso es hegemónico, incluso entre los comunistas de Occidente.

Entonces… ¿Por qué los partidos comunistas de Occidente reniegan del comunismo chino?

Hay muchas personas españolas que se definen a sí mismas como comunistas y que niegan que China sea comunista. Muchas de ellas afirmarán también que la China de Mao o la Unión Soviética de Stalin tampoco eran comunistas. Naturalmente quieren transmitir el mensaje de que el socialismo que quieren para nuestro país es otra cosa. Que aquí sí se respetarán los derechos humanos y los derechos políticos.

Los derechos humanos son el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, a un empleo bien retribuido que permita un nivel de vida digno, con acceso al agua, electricidad, televisión, Internet y un teléfono móvil. El sistema económico de la China actual, partiendo de una situación de pobreza y escasez generalizada, ha conseguido garantizar esos derechos para su población.

Es cierto que la desigualdad ha aumentado: novecientos millones de chinos han alcanzado un nivel de renta medio-bajo, trescientos millones han conseguido un nivel medio-alto y treinta millones han conseguido un nivel alto o muy alto. Se calcula que hay 70 millones de chinos que han quedado atrás, atrapados en la pobreza extrema. El gobierno de Xi Jinping ha dado instrucciones a los gobernadores provinciales para que acaben con la pobreza extrema en dos años. Y como el futuro político de los gobernadores depende de su éxito, han puesto manos a la obra con entusiasmo.

Hay dos situaciones típicas que generan la pobreza extrema en China: vivir en una aldea mal comunicada y carente de servicios básicos o vivir en una gran ciudad en situación de marginación social. Para los primeros, los aldeanos, la solución es muy fácil ya que los gobernadores provinciales los tienen censados: a cada una de esas familias se les está dando, gratuitamente, una vivienda digna, con agua y electricidad, cerca de una escuela y un centro de salud, en la zona urbanizada más próxima a su residencia actual; pueden mantener su casa y su huerta en la montaña. Los segundos son los que, desafiando el hukou, el sistema de gestión de migraciones internas, han llegado a la gran ciudad y no han conseguido un empleo estable digno. Para estos se está desarrollando un plan de retorno y reasentamiento.

¿Y los derechos políticos? ¿Las elecciones libres? ¿La libertad de prensa?

En la documentación oficial del Partido Comunista Chino se afirma que están construyendo un “socialismo con características chinas”. ¿Qué es lo que caracteriza a China como algo diferente a Europa? En la historia de China jamás ha habido un gobierno resultante de elecciones democráticas al estilo de las habituales en Occidente. Los partidos políticos de la república de Sun Yatsen derivaron inmediatamente en partidas armadas dirigidas por señores de la guerra. Desde la dinastía Tang (618-907) el país ha estado siempre gobernado en los periodos de paz por una burocracia meritocrática, los mandarines, de la que el Partido Comunista de China es heredero directo. Y los mandarines siempre mantuvieron sometidos a los mercaderes salvo casos de corruptelas individuales o períodos de corrupción generalizada.

La libertad de prensa burguesa, la posibilidad de que grandes capitalistas financien medios de propaganda que se dediquen a promover gobernantes y reformas políticas afines a sus intereses económicos es algo inconcebible en China. Se considera una especie de corrupción legalizada.

Sin embargo en Europa, desde la revolución francesa, la libertad de asociación política, la libertad de prensa y las elecciones libres son consideradas derechos fundamentales. Es por eso que el proyecto de “un socialismo con características europeas” debe incluir necesariamente la libertad de partidos y de prensa. Estas dos libertades entran en contradicción con el objetivo de someter al capital para ponerlo al servicio del pueblo, pero esa contradicción es el caballo que hay que cabalgar.

Hay muchos comunismos posibles. El comunismo de Lenin fue diferente al de Stalin y al de Mao. El comunismo de los Castro en Cuba es diferente al de Xi Jinping. Y en la Europa actual hay proyectos comunistas muy diversos. En cada lugar y en cada tiempo la construcción del socialismo requerirá cabalgar contradicciones diferentes con estrategias diferentes.

Pero en el conflicto global por la hegemonía entre un imperio capitalista decadente y una potencia comunista emergente está claro de qué lado debemos posicionarnos. Y en la lucha frente a la oligarquía financiera internacional tenemos que ser conscientes y alegrarnos de que China sea una aliada.


(*) Juan Carlos Martínez Coll es profesor de Economía y Finanzas del Asia Oriental en la Universidad de Málaga.


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