¿Se está convirtiendo EEUU en una república bananera?


ROBERT A. MANNING 


Un líder deliberadamente ignorante y autoritario, rodeado de familiares y compinches, que alimenta el nacionalismo populista, parecía mezclar cargo público con intereses empresariales personales, desdeñando por inconvenientes las leyes, dispuesto a ignorar los hechos y decir cualquier cosa para embellecer su estatura –a expensas de la realidad–, no es un cuadro agradable.

Estos rasgos clásicos de dictadores de mentalidad estrecha, vistos a menudo en África y América Latina, nunca antes se habían asociado con los EEUU, el principal poder económico, militar y tecnológico del mundo. Eso es lo que significa el término "república bananera", y en lo que muchos temen que se está convirtiendo EEUU.

¿Una exageración? Seguramente. Sin embargo, existe un gran desconcierto y preocupación entre muchas personas en EEUU, Europa y Asia porque Donald Trump está socavando la imagen y el soft power [poder blando] de Estados Unidos, su atractivo como ejemplo.

El comportamiento de Trump ha planteado preguntas sobre la credibilidad de EEUU. En la reciente cumbre de la OTAN, Trump suprimió una referencia al artículo 5 (defensa colectiva) de su discurso y, según informes, castigó en privado a sus aliados demandándoles que gastaran más en defensa. Trump ridiculizó a la canciller alemana Angela Merkel y calificó a Alemania de "mala, muy mala" porque tiene un superávit comercial con EEUU. En las reuniones del G7, EEUU se ha negado a aceptar declaraciones sobre el libre comercio.

Al mismo tiempo, Trump ha abrazado a los socios autoritarios de EEUU como Arabia Saudita, Turquía y Filipinas, omitiendo referencias a los valores democráticos y los derechos humanos en sus comentarios públicos.

Todo esto ha comenzado a cambiar los cálculos de muchos socios y aliados de EEUU. Después de la elección de Trump, su postura “America first” [América primero], su aplauso al Brexit y el rápido rechazo de la Tratado Transpacífico (TPP) empujaron a Europa y Asia a buscar rápidamente acuerdos multilaterales para compensar la retirada estadounidense. Esto explica por qué Merkel remarcó que Europa "ya no podía confiar" en los de fuera –una enfática referencia a EEUU.

Igualmente, en una carta dirigida a los líderes de los 27 estados miembros de la UE a principios de este año, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, describió a Trump, junto a una China asertiva y una Rusia agresiva, como una de las tres "amenazas" externas al futuro de Europa. Tusk argumentó: "Debemos utilizar el cambio en la estrategia comercial de EEUU a favor de la UE intensificando nuestras conversaciones con socios interesados, mientras al mismo tiempo defendemos nuestros intereses".

El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, está liderando los esfuerzos para avanzar con el pacto de libre comercio TPP 11 menos los Estados Unidos, y completamdo un pacto comercial UE-Japón. La UE y China redoblaron la cooperación en materia de cambio climático después de que Trump se retiró del acuerdo de París.

¿Significa todo esto que EEUU ha cambiado irrevocablemente arrojando una nube de incertidumbre sobre el sistema internacional? No necesariamente.

Hay que recordar que los índices de aprobación de Trump han sido de alrededor del 36 por ciento, los mínimos históricos para un nuevo presidente de EEUU. La siguiente prueba importante de si Trump y su visión del mundo es un fenómeno temporal serán las elecciones del Congreso de EEUU en 2018. Ya se especula que los republicanos probablemente perderán su mayoría en la Cámara de Representantes.

En cualquier caso, Trump ya está chocando con las sólidas instituciones establecidas por la Constitución de EEUU, los tres poderes de gobierno –ejecutivo, legislativo y judicial– cuidadosamente diseñados hace 250 años precisamente para contrarrestar los peligros potenciales de un líder abusivo.

Controles y balances son la forma en que el sistema político de EEUU está diseñado para funcionar. Las órdenes ejecutivas de Trump para prohibir la inmigración de musulmanes han sido paralizadas por los tribunales federales. La fuerte oposición de la comunidad empresarial de EEUU impidió a Trump abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y un impuesto de importación favorecido por algunos asesores de Trump y líderes del Congreso parece muerto.

La Casa Blanca está bajo asedio. Un consejo especial designado por el Departamento de Justicia está investigando los posibles vínculos rusos con el triunfo electoral de Trump después de que las agencias de inteligencia estadounidenses acusaran a Rusia de interferencias en las elecciones de EEUU. El consejo especial también está investigando si el mismo Trump obstruyó la justicia.

Al final, EEUU sigue siendo la principal potencia económica, militar y tecnológica del mundo. Pero su comportamiento está creando cierto déficit de liderazgo global. Algunos se preguntan si acontecimientos como la salida de EEUU del acuerdo climático de París y del TPP equivalen a un momento "Este de Suez". Ese término fue usado cuando Gran Bretaña declaró una retirada del Imperio en 1968, diciendo que retiraría sus fuerzas al este de Suez.

Nadie debería subestimar la capacidad de recuperación de EEUU. Pero, de momento, la percepción generalizada del comportamiento de Trump está llevando a muchos a desconsiderar a EEUU, más con tristeza que con ira.


(*) Robert A. Manning es investigador principal en el Atlantic Council and its Foresight, Strategy and Risks Initiative [Consejo Atlántico y su Iniciativa de Prospectiva, Estrategia y Riesgos].


[Traducción: Taysa Negrín]

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