Colonialismo y terrorismo: el origen del tradicionalismo islámico


TEODORO NELSON 


Bajo el colonialismo (período donde Europa conquista prácticamente todo el globo por la fuerza y anexiona sus territorios) las grandes metrópolis imperialistas se vieron en la obligación de crear Estados dependientes de su economía y sus países.

Sin embargo, en muchos lugares de África y Próximo Oriente, las sociedades no presentaban organizaciones nacionales, sino tribales, feudales, proto-Estatales, etc. Ante esto, los europeos recurrieron a las clases dominantes de cada región, así como a los “jefes” o líderes de cada zona.

De esta manera muchos miembros de las élites tradicionales se convertirían en funcionarios de estas “dictaduras” cuyos amos serían ineludiblemente los occidentales. Adquieren, además, nuevos poderes (ejecutivos, fiscales…) fruto de su asimilación al Estado colonial y a sus nuevos amos. Nace así el “chiefdom system”, una de las formas en las que aparece el “gobierno indirecto” (indirect rule) uno de los dos grandes mecanismos del colonialismo clásico junto al “gobierno directo” (direct rule).

Sin embargo, ¿Qué pasaba en aquellas sociedades donde no había clase dominante, o donde la jerarquización social estaba poco desarrollada? Los imperialistas europeos se vieron ante una diatriba que solucionaron muy rápido. Aparecen de este modo los “warrant chiefs”, los caciques por ordenanza: jefes “tradicionales” impuestos por el Foreing Office o por el organismo metropolitano correspondiente.

Y de esto resultó que muchas sociedades africanas se vieran con un jefe de tribu o jefe religioso ¡impuesto por los europeos! En muchos casos simplemente se ampliaban el poder ya existente de los líderes o se modificaban; en otros eran completamente nuevos, o incluso se otorgaban directamente a blancos europeos. Este sistema era especialmente humillante en las poblaciones cuyo jefe era del todo ajeno a la población o aún peor. Por ejemplo, líderes fula musulmanes en poblaciones mandingas que habían sufrido un proceso de esclavitud por parte de esas mismas sociedades.

En general estas ordenanzas se solían convertir en cargos hereditarios que se conservan hasta hoy día, donde en muchos países vemos el retorno de estas élites tradicionales a la política. En Arabia, por ejemplo, los británicos apoyaron a los líderes tribales frente a un debilitado imperio otomano. En la Primera Guerra Mundial, los británicos reconocerán la soberanía de una dinastía tribal en particular, la saudí. Gracias a esto, Ibn Saud promete no entrometerse en la guerra contra Turquía y no enfrentarse a ningún amigo de Gran Bretaña, a cambio de subsidios y armas. En 1932 se funda el reino con más o menos los mismos acuerdos tácitos. En esta época, más de la mitad del presupuesto provenía de manos de la metrópolis británica. Así, vemos como la gran familia Saud llega al poder gracias a convertirse en funcionarios o intermediarios del colonialismo inglés. Tras el hundimiento del imperio británico, Estados Unidos tomaría el relevo con la compañía petrolera Aramco, apoyando asimismo la monarquía islamista a través de comisiones y formulaciones rentistas para la oligarquía saudí. El wahabismo no sólo es una ideología árabe: es también una ideología imperialista.

No obstante, las metrópolis se encontraron con que en muchas partes del globo las poblaciones islámicas ya poseían estructuras estatales. En muchos casos, se apoyaron en ellas, puesto que su mayor jerarquización y evolución de sus estructuras de poder facilitaba enormemente la construcción del aparato colonial.

Por su parte, las grandes multinacionales veían como un peligro latente la burguesía nacional que en algunos casos se iba formando poco a poco en esos futuros países. La aplicación de medidas monopolistas y proteccionistas acompañarían a la defensa de las estructuras feudales del islam (así como de otras religiones), evitando así que aparecieran competidores en las propias colonias, o que los nativos adquirieran copas de poder elevadas en el control de las empresas. Ejemplo de esto es la burguesía nigeriana de Lagos, cuyos mejores representantes en los años 20 tenían sus propios barcos de vapor, aun siendo dependientes de las grandes firmas europeas. Estas protoburguesías saldrían a buscar negocios fuera del sector mercantil, es decir, bajo el manto del Estado dependiente.

Todo este proceso histórico da lugar a dos situaciones simultáneas que aún podemos seguir viendo hoy día: la aparición de una oligarquía dependiente e intermediaria que se fusiona indisolublemente con el aparato del Estado y el sostenimiento de estructuras antiguorregimentales fruto de la construcción del Estado colonial. Mao Zedong llamó a esto “burguesía burocrática”.

En resumidas cuentas: todo lo tradicional del islamismo hunde sus raíces en el colonialismo. Sostener el feudalismo árabe o persa no sólo permitió imponer los intereses europeos en esos países y conquistarlos territorialmente; además creó unas oligarquías rentistas-comisionistas que sólo el debían lealtad a sus amos comerciales europeos. Además, al impulsar en esos países el tradicionalismo religioso y las instituciones pre-capitalistas se impedía el florecimiento de organizaciones vinculadas al movimiento obrero, tales como el sindicalismo o redes seculares de solidaridad. Las organizaciones genuinamente caciquiles, en torno a mezquitas, iglesias o a líderes tribales, impedía el surgimiento de partidos, sindicatos, huelguistas, etc. Marruecos es buen ejemplo de ello.

Con el neo-imperialismo que surge tras el desastre que la Segunda Guerra inter-imperialista (Segunda Guerra Mundial) y que supone el dominio efectivo de Estados Unidos, las antiguas colonias pasaron, salvo en pocos casos, a depender de las nuevas multinacionales. Una de las características de esta nueva fase es que, al centralizarse aún más la economía, se da la circunstancia de que ramas industriales concretas pueden esclavizar países enteros. Aparecen así, por ejemplo, los petro-Estados, tan populares en el Golfo Pérsico. A pesar de la riqueza que suponía la venta de crudo para los golfos del Golfo, seguían dependiendo de occidente. No nos extraña ver cómo Arabia Saudita ya estaba endeudada para los años 90. Casos como el de Nigeria son aún peores, cuando las multinacionales directamente controlan las terminales de extracción, siendo el crudo la mitad de su PIB.

¿Para qué sostener costosos y conflictivos aparatos coloniales, cuando ya existe un Estado nacional preexistente con una plutocracia intermediaria y reaccionaria que me asegura la estabilidad del régimen? La tendencia general es a hacer más “indirecto” el gobierno indirecto que mencionamos al principio.

Y es aquí donde el terrorismo como herramienta geopolítica por parte de occidente hace su aparición. No surge por casualidad: tras aplastar una y otra vez los movimientos de liberación, el terrorismo aparece como arma predilecta en esta nueva forma de imperialismo. Aparte de su bajo coste comparativo, la inestabilidad que crean es perfecta para sostener una situación de dependencia previa o de caos continuo. Por su parte, Estados Unidos ya tenía su experiencia financiando el terror en Sudamérica (Escuela de las Américas, Operación Cóndor, etc.).

Entonces, vemos como no basta con decir: “Norteamérica financió a los talibanes”, o “Norteamérica financió al ISIS”. Se trata del apoyo sostenimiento y creación de la reacción, del fascismo islámico, en un período secular y en la mismísima estructuración de la clase dominante de esos países. Sí, existía la Sharia antes del colonialismo, así como existía servidumbre, miseria o represión. ¿Pero qué ha sido de la historia de Oriente Medio, de África y del resto del tercer mundo durante los dos últimos siglos sino la historia del colonialismo europeo? Negar la historia, situando a los países islámicos en un maniqueísmo con occidente donde se encontraban alejados del resto del mundo equivale a repetir el historicismo fascista, que situaba a los alemanes en la selva teutónica hasta la llegada de Hitler. Defender una “otredad”, una “lucha de civilizaciones” creando un antagonismo Oriente-Occidente cual cruzada medieval, equivale a ser un negacionista del imperialismo, de la misma realidad histórica.

No debemos confundirnos. Los fascistas y los terroristas son los perros de presa del capitalismo neoimperialista. Los atentados en casa, como la quema del Reichstag, legitiman la represión interna. Seríamos unos idiotas si pensáramos que las oligarquías no aprenden de su historia. Nosotros también debemos hacerlo.


[La foto, fechada el 20 de marzo de 1921, corresponde a la delegación británica en la Coferencia de El Cairo. 
El grupo incluye a Clementine Churchill, Winston Churchill, Gertrude Bell y T. E. Lawrence (Fuente: BBC).]

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