EEUU resucita los demonios de la Guerra Fría


VICKY PELÁEZ 

La guerra es paz, libertad es esclavitud
(George Orwell, '1984')

No tienen mucha imaginación Donald Trump y sus asesores para elaborar una estrategia propia para asustar y contener a China y Rusia, declarados por la Casa Blanca como enemigos principales. El plan es reactivar el vetusto programa de defensa espacial (SDI) lanzado por Ronald Reagan en 1983.

A lo primero a que acudieron los estrategas de Washington es a la guerra mediática, su principal instrumento para amedrentar al mundo usando mentiras, exageraciones, 'falsos positivos', distorsionando acontecimientos, creando histeria sobre 'bárbaros' rusos y sus 13 hackers que han sido capaces de cambiar la mente electoral de los norteamericanos ingenuos.

Sin embargo, en esta época de internet y comunicación virtual, la guerra mediática y las amenazas de Donald Trump, parafraseando un refrán, producen "mucho ruido y pocas nueces". En la reunión de Helsinki, el presidente de EEUU fanfarroneó ante Vladímir Putin y dijo que restringirá el 'poder del grifo ruso' de gasolina y gas en Europa reemplazando el gas ruso con el gas licuado norteamericano (GNL).

Resulta que son puras palabras porque EEUU no tiene la infraestructura adecuada para competir con la rusa Gazprom. En los primeros cinco meses de 2018, Europa recibió de Norteamérica 360 millones de metros cúbicos de GNL que es lo mismo que suministran a Europa gasoductos de Gazprom en un día. En total en 2017, Rusia abasteció a la Unión Europea con 194,4 mil millones de metros cúbicos de gas (bcm), según la revista norteamericana Task and Purpose. El GNL estadounidense no va a ser competitivo frente al gas ruso debido a su alto costo de producción y transporte. Se espera que este año Europa recibirá 205 bcm de gas ruso.

EEUU nunca ha ocultado que su dominio global se basa en su fuerza militar. Los estrategas de la Casa Blanca consideran que en las actuales condiciones, cuando Rusia y China han logrado aumentar su potencial bélico, a Norteamérica no le queda otro camino que aumentar su presupuesto militar.

La reciente Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) destina 716 mil millones de dólares a financiar actividades militares en 2019. Es un incremento del 3% comparando con el presente año. A la vez, el gasto militar de Rusia es de 41,4 mil millones de dólares para 2018 y el de China es de 159 mil millones de dólares. No obstante, los medios de comunicación globalizados están creando día tras día a instancias del Gobierno estadounidense la imagen de Rusia como su enemigo letal. Están patrocinando esta idea no solamente el 'Estado Profundo', sino el mismo departamento de Estado bajo la dirección del secretario de Estado, Mike Pompeo.

Las palabras de Trump sobre la necesidad de acercamiento a Rusia para pacificar nuestro globo terrestre representan pura demagogia.

Lo que quiere Norteamérica es asustar y subyugar a Rusia como lo hicieron en la época de Ronald Reagan amenazando a la Unión Soviética con su programa militar bautizado como Guerra de las Galaxias. Finalmente lograron amedrentar al Gobierno de Mijaíl Gorbachov a pesar de que sus servicios de inteligencia aseguraron que todo era una mentira bien montada al estilo Hollywood y que los norteamericanos no tenían tecnología adecuada para aquel programa espacial.

El nuevo presupuesto para el Pentágono habla sobre la necesidad de preparar las fuerzas armadas para un conflicto militar de gran envergadura, igual como lo estaban planteando durante la Guerra Fría. Ya no es un secreto contra quién lucharán los soldados norteamericanos, pues su adversario ya fue designado por los medios de comunicación globalizados al servicio del establishment: Rusia.

Para eso han creado una atmósfera de histeria militar. Durante los últimos cinco años, Norteamérica ha estado adquiriendo en los ex países socialistas y, en especial, en Ucrania aviones como los MIG-29 y SU-27, helicópteros, tanques, carros blindados y otros tipos de armamento soviético para utilizarlos durante los ejercicios militares y así tener más experiencia en el combate contra los rusos.

Se utilizan los 'escuadrones de los agresores' rusos en la preparación de los pilotos de los aviones F-35 para el combate contra los SU-35C y Su-57 rusos, como lo informa la revista de veteranos, Task and Purpose (10 de agosto, 2018). Inclusive el Pentágono ya publicó un manual de 60 páginas bajo el título 'The Russian New Generation Warfare Handbook' (La Guerra Rusa de Nueva Generación).

Sin embargo, la belicosidad norteamericana es más producto de los medios de comunicación y propaganda que una realidad. La última guerra que ganó Estados Unidos fue en 1847 contra México, es decir 171 años atrás. Después de aquella fecha no ha logrado vencer en realidad a ningún país en nombre de la democracia.

El anuncio del presidente Trump de la creación de las Fuerzas Espaciales separadas de la Fuerza Aérea, con un sistema de armas de última generación con láseres, misiles con cabezas nucleares distribuidos en el espacio y varias bases en la Tierra es un intento propagandístico reactivando la 'Guerra de las Galaxias' (SDI) que dio popularidad al presidente-actor Reagan.

Aquella iniciativa estratégica era más la imaginación de los cineastas y de autores de ciencia ficción que la realidad y nunca logró realizarse. Simplemente, no tenían tecnología adecuada y lo principal, no había dinero suficiente a pesar de que Reagan recortó el gasto social en un 8%. Ya se sabe que el aumento del 3% del gasto militar para 2019 significaría el recorte del Programa de Protección del Medio Ambiente.

El Gobierno de EEUU sabe perfectamente que la histeria militar antirrusa que contagió a parte de su pueblo tiene poco impacto en el quehacer de Moscú.

Entonces los estrategas de Washington decidieron imponer nuevas sanciones, tanto financieras como económicas, para doblegar a Rusia y hacerla arrodillarse ante el Tío Sam. Por supuesto, todas estas decisiones, según el departamento de Estado son lo "mejor para Rusia" y para encausarla hacia una "buena conducta" en términos de Washington.

Durante su reciente visita a Moscú, el senador republicano Rand Paul declaró que "EEUU está interesado en colaborar con Rusia, especialmente con los órganos judiciales, para tener relaciones estrechas". Lo mismo decían los norteamericanos a Gorbachov en su tiempo. Todos saben cómo terminó aquella 'colaboración' de los políticos y economistas de Washington que no están realmente interesados en amistad o colaboración. Lo único que les preocupa es su propio bienestar disfrazado de los intereses de la seguridad nacional norteamericana.

La actual guerra económica de Norteamérica contra Rusia está orientada a estrangular su economía nacional, crear descontento en el país y fomentar movimientos políticos contra el Gobierno de Vladímir Putin. Solamente así se puede interpretar la Ley aprobada por el Congreso norteamericano S.3336 "Defendiendo la Seguridad Americana de la Agresión de Kremlin" que según el texto está relacionado con la toma de Crimea, la guerra contra Ucrania, el uso de un agente químico en el caso Skripal, crímenes cibernéticos del Kremlin, su intromisión en las elecciones presidenciales en EEUU y en general, en su política.

Las sanciones abarcan a los ocho bancos más importantes de Rusia, sus complejos energéticos y tecnológicos y prácticamente todo lo relacionado con la transferencia de alta tecnología de EEUU.

Surge la pregunta: ¿hay condiciones para una adecuada respuesta de Rusia para atenuar los impactos de la guerra declarada por EEUU? La respuesta es sí. Empezando con la nueva 'Guerra de las Galaxias', los vuelos espaciales de EEUU dependen de los motores de cohetes RD-180 producidos en Rusia por NPO Energomash.

Hasta ahora, los norteamericanos no han podido producir sus propios motores. Existe una Ley firmada por el presidente Putin "sobre las medidas para contrarrestar las acciones hostiles de Estados Unidos y otros Estados extranjeros". Eso significa que los rusos pueden dejar de suministrar estos motores a Norteamérica en caso que sea necesario.

No obstante a pesar de la guerra económica declarada, el director general de NPO Energomash, Igor Arbuzov, firmó la semana pasada un nuevo contrato de entrega de varios RD-180 a EEUU. La misma actitud están mostrando los abastecedores rusos de titanio con la Lockheed Martin Corporation.

Lo cierto es que en Rusia no es vital la inversión extranjera. El presupuesto de Rusia para 2018 está atado al precio de un barril de petróleo a 40 dólares. Actualmente un barril cuesta más de 70 dólares, lo que significa que hay dinero suficiente para el desarrollo económico y la sustitución de los productos importados sin necesidad de recurrir a los inversores extranjeros que siempre estarán al servicio de Washington camuflándolo como la volatilidad e inestabilidad del mercado internacional financiero. Lo que falta en Rusia es disciplinar a sus oligarcas y hacerlos trabajar no solamente para sus propios intereses, sino para el bien del Estado ruso y sus ciudadanos.


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