Se acabó el rollo de las 'fake news' de EEUU contra Venezuela


VICKY PELÁEZ 


En los individuos, la locura es rara; pero en los grupos, 

partidos, naciones y épocas es la regla

(Friedrich Nietzsche, 1844-1900)

La actual arremetida cínica y despiadada de Estados Unidos contra Venezuela usando engaño, simulación, creando 'falsos positivos' y noticias retorcidas es en realidad una muestra más de una larga tradición de mentiras que caracteriza la historia norteamericana en contra de países donde les conviene intervenir.

Le tocó el turno a la República Bolivariana de ser la víctima de Washington simplemente por el hecho de poseer el más grande reservorio de oro negro en el planeta, del que el chavismo no le permite apoderarse, por considerar el petróleo venezolano como una propiedad exclusiva de su pueblo. Como decía el dramaturgo griego Esquilo de Eleusis, "la verdad es la primera víctima de la guerra".

Washington apeló a la información falsa usando una verdadera máquina de propaganda y tratando de crear un consenso universal para doblegar la voluntad del pueblo venezolano y poner fin a su soberanía, pero no lo ha logrado hasta el momento.

Desde la llegada de Hugo Chávez al poder en febrero de 1999, los estrategas de Washington lanzaron una guerra psicológica contra Venezuela que dura ya más de 20 años. Para ello, EEUU ha usado sofisticadas tecnologías y las redes digitales con el fin de crear una confusión no solo en el país bolivariano, llamado 'caos controlado', sino a nivel internacional para denegar acceso a la opinión pública a una conclusión racional y coherente.

Venezuela, como parte importante de los países bautizados por el asesor de seguridad nacional de Donald Trump, John Bolton, como la 'Troika de la Tiranía' junto a Nicaragua y Cuba, se convirtió en un laboratorio para crear y probar técnicas cibernéticas cuyo objetivo es sofocar a un país que no quiere someterse al dictado de Washington.

Día tras día, los más destacados medios de comunicación al servicio del Gobierno de EEUU, como Fox News, CNN, MSNC, Clear Channel, The Washington Post, The Wall Street Journal y sus seguidores locales en todos los países del mundo están empeñados en falsificar la información respecto a Venezuela para engañar a la opinión pública.

Primero arremetieron contra Hugo Chávez y, después de su muerte, en 2013, contra Nicolás Maduro para poner en duda su credibilidad. Además de la guerra psicológica, diseñada y puesta en marcha, según revelaciones de Edward Snowden hechas en 2013, la extra secreta oficina de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), llamada 'Tailored Access Operations' (TAO) lanzó una guerra cibernética contra las empresas claves de electricidad, transporte, agua y telecomunicaciones.

Snowden develó que "la TAO cuenta con plantillas de software que le permiten infiltrarse en hardware de uso común incluyendo routers, computadoras tanto individuales como en los sistemas informáticos de las empresas y Gobiernos a nivel mundial" (Resumen Latinoamericano, 14 de marzo de 2019). La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, afirmó que el sofisticado sabotaje tecnológico del 8 de marzo pasado, que dejó al país sin agua, electricidad y telecomunicaciones, fue organizado desde el extranjero.

Fue la compañía canadiense ABB la que diseñó el proyecto de la modernización de El Guri, la cuarta estación hidroeléctrica en el mundo, y conocía los códigos de acceso al sistema informático que supuestamente suministró a la NSA. La Agencia de Seguridad Nacional de EEUU usó a los agentes locales de la CIA para perpetrar el sabotaje en El Guri recibiendo instrucciones, según el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), desde Houston y Chicago. Los organizadores estadounidenses de aquel acto terrorista estaban seguros de que el sabotaje gigantesco haría colapsar la sociedad venezolana y provocaría una revuelta contra el Gobierno bolivariano.

Sin embargo, tanto Washington como su administrador colonial, el autoproclamado presidente Juan Guaidó, llamado popularmente 'Juancito espantapájaros del que se ríen los mismos pájaros', se quedaron con los crespos hechos. Mientras una insignificante minoría de la clase media salió a gritar y cacerolear expresando su alegría al igual que la gusanería mayamera (de Miami), la mayoría del pueblo venezolano se quedó en casa haciendo olla común y dedicándose a jugar dominó.

Frente al fracaso de guarimbas, sabotaje económico, sanciones financieras, presiones diplomáticas a nivel internacional, implantación de su 'administrador neocolonial', Juan Guaidó, como el presidente encargado, uso del ciberterrorismo tecnológico e informático, provocar una 'revolución de colores', no le quedó otra alternativa a Washington que retornar a su vieja táctica de uso de mercenarios extranjeros.

Ya el vicepresidente de Comunicación, Cultura y Turismo de Venezuela, Jorge Rodríguez, denunció en el Palacio de Miraflores que un grupo de mercenarios procedentes de El Salvador, Guatemala y Honduras, se encuentran en el territorio nacional con la intención de sabotear teleféricos, estaciones de metro e instalaciones eléctricas.

A la vez, el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolái Pátrushev, reveló que los instructores militares estadounidenses están entrenando en Puerto Rico y Colombia a comandos especiales para una intervención en Venezuela. Para no olvidar la historia de intromisiones de Washington en el mundo entero usando mercenarios, hay que recordar el 16 de abril de 2013, cuando los agentes de la Dirección de Inteligencia del Estado Plurinacional (DIDEP) de Bolivia aniquilaron en un hotel de la ciudad de Santa Cruz a un grupo de mercenarios de Irlanda, Hungría y Croacia, todos entrenados por la CIA. Su misión consistía en provocar una insurrección en el país y asesinar al presidente Evo Morales.

Ahora la misma táctica está siendo usada en Venezuela. El general estadounidense Anthony J. Tata aseveró en una reciente entrevista en Fox News que "para el derrocamiento del Gobierno se necesita un plan sofisticado similar al que fue aplicado en 1994 en Haití cuando se utilizó la estrategia militar aérea que demoró solo minutos". Al final de la entrevista, este militar ignorante agregó: "Tenemos que localizar a Nicolás Maduro en donde se esconde, proteger a Juan Guaidó y hacerle recordar al presidente Maduro que una bala en su frente puede ser su salida de Venezuela". Así funciona el sistema norteamericano, que cataloga a los líderes políticos a nivel internacional o como sus seguidores incondicionales o en el caso contrario, sus enemigos a los que habría que 'sacar de la circulación'.

Pasan los años, pero la mentalidad y los métodos de los estrategas de EEUU no cambian, todos basados en el uso de los ataques de 'falsa bandera', 'noticias falsas', en términos simples, crear mentiras para justificar la intervención. Hace poco, frente al fracaso de los planes estadounidenses de poner fin al chavismo, el 'halcón' de Donald Trump, su asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, esgrimió un nuevo pretexto para "emplear la fuerza militar en Venezuela". Se trata de "proteger de la violencia e intimidación la vida de unos 50.000 estadounidenses que se encuentran en Venezuela" (Breitbart News Daily). Surge una pregunta: ¿si la situación en el país bolivariano es tan crítica y la 'gente muere de hambre' y sufre de la violencia, por qué estos estadounidenses prefieren quedarse en una Venezuela sumida en el 'caos y la violencia' en vez de regresar a su terruño exclusivo y seguro norteamericano?

Lo interesante al revisar la historia de las intervenciones estadounidenses es encontrar la falta de imaginación y de conocimiento geopolítico de los estrategas de Washington. Resulta que el pretexto de salvar la vida de los estadounidenses en Venezuela para justificar una intervención militar que está utilizando John Bolton es el mismo presentado hace 36 años por el asesor de Seguridad Nacional de Ronald Reagan, William Clark, para justificar la invasión a la isla de Granada, que tuvo lugar el 25 de octubre de 1983, para "salvar la vida de unos 1.000 estudiantes de EEUU (la mayoría afroamericanos) que cursaban estudios en el St. George Medical College".

La mayoría de los jóvenes decidieron quedarse en la isla pues no tenían ningún problema y no estaban afectados por la 'crisis política' que supuestamente reinaba en Granada. Lo que no le gustaba a Washington era que el presidente, Maurice Bishop, tratase de promover reformas socialistas en la isla con la ayuda de cubanos y recibir asesoramiento soviético. (William Blum, 'Killing Hope', pp. 269-274). Desde la llegada de Bishop a la Presidencia, el Gobierno de EEUU empezó el proceso de desestabilización de la isla usando sanciones económicas y financieras y promoviendo la campaña de sabotaje, para prevenir, según el director de la CIA, William Casey la "cubanización y sovietización" de Granada.

Por supuesto, ni los cubanos, ni los soviéticos pensaban convertir la isla en su base militar como lo anunciaban día tras día los medios de comunicación estadounidenses diseminando 'noticias falsas'. Lo que no podían tolerar los 'halcones' de Reagan fue la intención de Bishop de construir el socialismo granadino y su advertencia al presidente Reagan anunciando que "nosotros no somos parte del 'patio trasero' de ningún país del mundo y nuestro país no está en venta". Para el presidente de EEUU y sus países vasallos caribeños este atrevimiento del líder granadino fue suficiente para lanzar la invasión de la isla Granada, apoyada por la mayoría de los ciudadanos estadounidenses.

Aquella intervención de EEUU fue considerada por la Casa Blanca como el "fin del síndrome de Vietnam", convirtiendo la táctica de 'noticias falsas' en uno de los instrumentos principales de la futuras 'guerras híbridas', 'revoluciones de colores', golpes de Estado contra los países que se atreven a desobedecer a Washington. Así sucedió posteriormente con Nicaragua, El Salvador, Honduras, Paraguay, Brasil, Argentina.

Actualmente, Venezuela se ha convertido en el blanco principal en América Latina de los halcones de la Casa Blanca que, usando mentiras y presiones financieras, económicas y militares, están tratando, hasta ahora sin éxito, de convertir al país bolivariano, orgulloso y soberano, en un "perro simpático que está durmiendo tranquilamente en una alfombra y no genera ningún problema", como alguna vez definió a los países sumisos latinoamericanos el expresidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski (26-02-2017).

Lo que no entienden Trump, sus estrategas y su 'administrador neocolonial' venezolano Guaidó es que "no hay nada que sea más fuerte que un pueblo. Lo único que se necesita es decidirse a ser justo, libre y soberano", como alguna vez se pronunció Evita Perón. El pueblo venezolano tomó esta decisión y está luchando día tras día para lograr sus metas.



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