Nefasta presidencia imperial


 

 JOHN SAXE-FERNÁNDEZ 

 

A casi cuatro años de padecer la gestión de Donald Trump, el mundo constató que a ese régimen, como lo anticipó la comunidad universitaria y científica, además del sesgo autocrático y de usurpación de funciones legislativas y judiciales detectados como trazos en la presidencia imperial por la historiografía de EU, Trump agregó una narrativa y praxis represiva de corte neofascista, de supremacismo blanco, junto a una cruzada anticientífica en materias tan delicadas como el colapso bio y ecoclimático vinculado al calentamiento planetario por la quema de combustibles fósiles a más de clasismo y racismo antiinmigrante, desestabilizando el sistema de alianzas y los equilibrios estratégicos en materia de guerra nuclear. Ya durante la campaña electoral Stephen Hawking, Noam Chomsky y cientos de científicos y académicos habían rechazado el negacionismo climático y los desplantes bélicos de Trump.

Acertaron. El nacional trumpismo y la diplomacia de fuerza del magnate colocan en riesgo día a día la biota global. Ante su deterioro electoral registrado en encuestas su retórica antiterrorista y de guerra fría criminaliza las protestas ante asesinatos policiales. Y como para acentuar su vínculo con la industria de guerra, alienta el presupuesto militar que rebasa el billón de dólares de los cuales cerca de 28 mil millones van a la modernización y producción de armamento nuclear y de balística Intercontinental y casi 20 mil millones de dólares para una curiosa administración nuclear cuya finalidad se desconoce, excepto que ya, durante 24 meses, Trump se niega a “reafirmar”, como lo plantea Rusia, que “en una guerra nuclear no habría ganadores, sería catastrófica para toda la humanidad”.

Lo de “nefasta” se refiere al actual manejo electorero, egocéntrico e irreflexivo de la presidencia de EU, tanto en su proyección doméstica –lanzando la fuerza policial-militar contra múltiples manifestaciones de rechazo al asesinato de George Lloyd a manos de policías blancos– como externa, centrada en el aumento de los riesgos de guerra general entre potencias centrales, vía el unilateralismo agresivo en lo comercial y militar adosado con una chinofobia alimentada por Peter Navarro, considerado “el general más polémico de las nuevas guerras comerciales de EU”, quien alienta algo tan grave como intensificar la geopolitización de las relaciones económicas internacionales, entre los principales precipitantes de la Segunda Guerra Mundial. Esto ocurre junto al abandono de tratados y normas en materia estratégica y de “seguridad aérea”, lo que llevó a Vladimir Putin, presidente de la Federación de Rusia a declarar que “todo ingreso balístico en el espacio aéreo ruso será considerado nuclear”.

Con Rusia y EU en control de poco más de 90 por ciento del armamento nuclear y ambas potencias con su despliegue balístico en condición de “alerta máxima”, el riesgo de guerra accidental o intencional, es alto. La declaración de Putin, dada a conocer por la prensa sin mayor explicación, en efecto se acompañó con un pronunciamiento de Sergey Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia en un discurso ante la Conferencia Primakov en Moscú. Elena Teslova, en síntesis difundida por Anadolu Agency (AA) (10/7/20) permite calibrar lo dicho por Putin. Teslova indica que “Rusia advierte de una creciente amenaza de guerra”. En medio de un intenso impulso del Pentágono a las armas nucleares de “bajo impacto” (low yield), para equipararse como “armamento convencional”, lo que aumenta la intención de EU de usarlas. Lo grave es abrir un primer ataque sorpresivo, que ha sido el escenario favorito de EU desde los años 1960, según reveló Daniel Ellsberg, The Doomsday Machine (2017), libro con el subtítulo de “Confesiones de un planificador de guerra nuclear”, entre las tareas de Ellsberg, quien liberó al público y al mundo, desde la Rand Corp, los operativos secretos de la criminal guerra de Vietnam.

En su discurso Lavrov advirtió que “el riesgo de una guerra nuclear aumenta de manera significativa porque EU no acepta reafirmar su imposibilidad”. Agregó que “estamos en particular preocupados de manera significativa por el rechazo de ya 2 años, de los estadunidenses de reafirmar el principio fundamental de que no puede haber ganadores en caso de una guerra nuclear y en consecuencia nunca debe ser desatada”. Además, dijo que “Washington destruye los instrumentos de control armamentista”, desde el Tratado Antibalístico hasta el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, que Lavrov predice que EU no renovará en 2021. Todo eso “para librarse de ataduras y amenazar con el uso de la fuerza” y agregó significativamente que “a los pedidos de Moscú para reafirmar la imposibilidad de una guerra nuclear, entregados por escrito, Washington responde que todavía sigue examinando el documento”, pero en su comentario el lado ruso percibe que “EU gustaría debilitar lo categórico de este axioma”. 

 

[https://www.jornada.com.mx/2020/08/27/opinion/020a1eco]

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